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¿Qué se entiende por moral, y cuál es su aporte en la dinámica del proceso pedagógico? (página 2)



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e; en el
valor más importante que sostenga la moral de un pueblo.
Este compromiso lo asume la persona desde una dimensión
introyectiva. Además, desde la perspectiva del aprendizaje
metacognitivo el ser humano reflexiona acerca de su propia
conducta, de si ésta es adecuada o no lo es. El signo
distintivo de esta autoconsciencia o autoconcepto es el
comprender que no somos uno solo, sino por el contrario nos
constituimos en un conjunto de seres humanos con múltiples
diferencias las cuales nos permiten enriquecernos mutuamente en
el contexto de una interrelación dialógica
transparente, contante y democrática. Esto implica
también el reconocernos como seres cosmopolitas capaces de
asumir una posición y un compromiso respecto de la
problemática económica, social, política,
medio-ambiental, educativa, científica y cultural de
nuestra aldea global. Por ello, creo que el papel del maestro en
el aula es decisivo. Él se constituye en el propiciador
del debate en relación a la praxis de la moral. Los
contenidos vertidos por el maestro generan un foco de
atención capaz de viabilizar discusiones constructoras de
aprendizaje. Todo ello es posible en un sistema
democrático que garantice el libre ejercicio de la
heurística crítica. De lo que se trata es de
acercar a los seres humanos en cuanto tales. Este objetivo se
posibilita, según las apreciaciones de Kohlberg y Selman,
a través del desarrollo y aprendizaje del niño
dentro de un conjunto de estadios muy marcados. Arribar hacia el
fortalecimiento de los vínculos solidarios es el objetivo
de los procesos educativos guiados por la moral. Lo que se busca
es generar una moral autónoma capaz de hilvanar un
permanente y laborioso diálogo intersubjetivo. A este
nivel podríamos hablar de la creación de una
"personalidad moral" basada en elementos claves como el
carácter, la conducta, los valores, el razonamiento y las
emociones, como bien lo detalla Marvin Berkowitz. Al amparo de
una "comunidad justa" el proyecto de generar una "personalidad
moral" se hace más factible. Comprender la importancia de
la alteridad, de los valores como la solidaridad, de los derechos
humanos y de la felicidad como fin ha alcanzar son los objetivos
de una educación en esencia moral. La moral es
creación eminentemente humana, por tanto, en el devenir
histórico las condiciones materiales de la persona
repercutirán sobremanera en la dinámica de la
"altura moral", y en la caracterología de la "personalidad
moral", la cual se moviliza en contextos fenomenológicos
muy disímiles y siempre carentes de una lógica
enraizada en un discurso desde la aplicabilidad de la justicia.
Finalmente, podemos afirmar que nuestros proyectos y
cosmovisiones prospectivas suelen constituirse en
categorías kantianas; incluso desde lo político es
evidente un cierto rasgo de socialdemocracia rawlsiana.
Adolecemos de una perspectiva quimérica y poco realista
respecto de los problemas que aquejan a nuestros pueblos. Como
correlato de ello las prácticas políticas desde la
institucionalidad se fracturan llegando a mellar los vasos
comunicantes entre lo político y el accionar de la
sociedad civil. Es así que, la praxis de la
corrupción en los niveles más elevados de la
institucionalidad quiebra los discursos
jurídico-políticos del establishment y debilita el
tejido social abriendo un camino irrefrenable hacia lo que
Durkheim denominó: anomia. Urge no sólo
resignificar los discursos de la eticidad, sino también
hacer palmario un ejercicio más consciente de la praxis
moral, sobre todo en la dinámica de los procesos
educativos. No se trata de crear un sistema al estilo de Girolamo
Savonarola, sino más bien de adquirir una dosis mayor de
compromiso y voluntad no sólo política, sino
también social respecto de la materialización de
una conducta humana, personal y ciudadana más acorde con
los paradigmas del discurso ético, cuyas bases
ontológicas se hallan en los procesos de
enseñanza-aprendizaje irradiados por el accionar del
docente y la operatividad de la escuela.

 

 

 

 

Autor:

Aldo Callalli Pimentel

Lima-Perú. Enero de 2010

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